sábado, 27 de junio de 2009

Necesidad


Serás así, pequeña, mi llave y mi vicio,
tendencia musulmana, mi geisha,
harás tú, mi cielo, que pierda el juicio,
convertirás mis prejuicios en hábitos
y mis mejores hábitos en prejuicios.
Serás capaz, niña, de sacarme de quicio,
casi afirmaría que no, seguro que no,
será que el dos no vale mucho si existe el tres,
cambiarás mi calma de oro por stress.
Quieres llenar manos en puñados de a diez,
no me saques del agua si me siento pez,
no me robes el aire una y otra vez,
déjame saltar, volar, tu reprodúcete.
Deja soñar, de sentir, de oler como el té,
solo hay machismo si se habla de ociosidad,
no ves que voy en busca de la paz,
la guerra no me gusta, la dejo detrás,
que suda sangre, no me quiero contagiar.
Yo soy hierba, montaña, no alquitrán,
y quiero ver la luz del final del túnel,
no entiendo, ahora miras, lloras y sufres,
por lo que huele con el tiempo a azufre.
Es como la fruta que con el tiempo se pudre,
hay que beber y exprimir todo lo dulce,
observa mi metal, el cual no se pule,
atiendo a mi mente en tus ojos y ya no seduce.
Porque lo fácil es lo que más te induce,
porque lo físico es lo que hunde al buque,
porque todo depende de lo que busques,
quiero entrar en tu carne como un chute.
Encerrado en mi cueva sin poder salir
la horizontalidad se apodera de mi,
como paredes verticales para un fakir,
sin dolor menstrual y sin poder parir.
En las cuatro esquinas superiores
las cabezas disecadas de mis mentores,
su mirada, la de un gato de escayola,
atraviesa precisa mis extremidades.
Mi mente deja mi cuerpo a solas,
mis peores gestos se convierten en tic,
yo no puedo comprenderte ni tu a mi
pero estamos aquí para un mismo fin.
Si he entendido lo que dices
no estoy dispuesto a cooperar,
aunque eso le robe la vida
a mi compartida soledad.
Puedes aspirar a una situación afín,
saltar las tristes olas como un delfín,
engañándote intentando evitar ser infeliz,
balanceando la torpeza del tropiezo en desliz.
Apareciste como ángel caído
en aquella coronada esquina,
miraste mis dos ojos desvaídos,
al instante dilataste mis pupilas.
Olvidé lo pálido que es mi vida,
cambié actos fríos por cálidos,
convertí lo que quema en ártico,
consumí rápidamente el cigarro.
Te devolveré al cielo que perteneces,
estoy harto de ti, márchate de aquí,
no creo en ningún tipo de porvenir,
ni en ninguna relación humana sin ti.
Me vuelves loco, perturbas todo mi yo
márchate de mí, lejos, muy lejos de aquí,
déjame seguir encontrando mi quid,
ahí tienes la puerta y te apetece salir.

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